jueves, 2 de mayo de 2013

Horace Silver - Blowin' the Blues Away

Blowin' the Blues Away fue el primer disco de jazz que me compré.
Siempre pienso que si me gustó fue por esa mezcla, esa mezcla tan sencilla que es su música, como si Horace Silver aunase sin esfuerzo los ritmos de Mozambique y de las Galápagos, ritmos del Congo e iraníes con el blues americano, y lo hace como si Mozambique o Irán (incluso América) fuesen ficción, como si fuesen irreales y por tanto su única realidad fuese la música que proyectan, es decir, lo que son: su movimiento: sus movimientos en el espacio, es decir, tiempo.

Y al pensar (hoy no quiero hablar en imágenes) en la realidad, en el tiempo, pienso en la modernidad. Pero lo pienso de una forma un poco deslavazada, como si estuviese en esa mezcla de Horace Silver, y me digo: es que esa mezcla es la Modernidad!! No la suya por ser de él, sino la mezcla en sí: el collage, la irrealidad geométrica y de líneas que dejan de ser paralelas y se juntan, la compilación. La creación a partir de otras cosas. Quizá eso es lo que ha sido siempre la modernidad (y quizá por eso entiendo cuando alguien dice que la posmodernidad, como tal, no existe, pues no puede existir algo posterior a lo moderno, que siempre está siendo), pero ahora desaparecen ciertos límites, desaparecen ciertas fronteras espacio-temporales sin las cuales, de pronto, miramos hacia atrás como si fuese un terreno gigante y miramos hacia delante como si ya no hubiese más terreno (y en realidad hay un terreno virgen y salvaje, una selva llena de escombros que vuelan y que susurran). Y luego miramos a los lados para ver y saber qué hay a nuestro alrededor y qué podemos hacer con eso.

Horace Silver lo hace (como otros muchos jazzeros) de una manera integradora, consciente, siempre con una base en la que pueden caber todos esos espacios extraños que antes quedaban cercados en sus propios sitios. Sus temas son de ese hardbop basado en el blues y el gospel, con miles de variaciones flipantes en las que entran todos los ritmos, ya sin fronteras. El mundo se hace gigante, el mundo cobra su propio espacio, pero todavía dentro del sentido: porque el tiempo fluye y las voces siguen comunicándose entre sí. La base no se pierde, la Zona existe o al menos se siente que hay algo por debajo del sonido: algo profundo, especial, misterioso y oscuro, y que toda esa música es, en el fondo, la búsqueda constante de la propia profundidad, la búsqueda de la Zona (ese terreno virgen e inexplorado, esa selva) y la modernidad (esta modernidad), la integración de los elementos del mundo.

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2 comentarios:

  1. Horace Silver un fue un gran pianista, que como tu señalas supo mezclar muy acertadamente la musica de jazz, con otras corrientes de la musica de su lugar de origen "Ciudad del Cabo". Hay un Cd muy bueno que me permito recomendárselo, se titula "Horascope".
    Saludos

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  2. También es interesante, como dice Horace al principio del vídeo, cómo un viaje a Brasil y el empape de la música de allá creó o dio lugar a un temazo como Song for my father.
    Gracias por el comentario,
    Saludos.

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