jueves, 16 de mayo de 2013

Dusko Goykovich - Swinging Macedonia

Este es uno de esos discos iniciáticos. De esos que siempre que los mencionas (como de casualidad), un entendido le susurra a otro entendido en la barra de algún bar: con ese albulm Dusko Goykovich destapó el jazz de los Balcanes (así, como si fuese un secreto importantísimo). Supongo que será verdad, pero si lo es, menudo curro!
Me lo imagino paseándose por las plazas de Belgrado (donde siempre hay abuelos lanzando mendrugos al aire), paseándose por los libros de historia de la antigua Macedonia, paseándose por los mercadillos viejos de Belgrado siempre con ojo avizor y la nariz en constante movimiento diciéndose, voy a detectar, de verdad que ahora mismo detecto qué es eso de la cultura de los Balcanes, qué es esa música que nos ronda a todos por encima como una tormenta eléctrica (aunque seguramente se lo dijo de una forma un poco más prosaica).
Y claro, como la música estaba por allí como una sombra de cada uno de los edificios de Belgrado (y como Dusko era cabezota), acabó detectándola y captándola y componiéndola y todas esas cosas que hace la gente de bien con inspiración. Entonces salió este disco. O a lo mejor es que Dusko era un consumado lector de cartas del tarot y en una de esas tiradas de aburrimiento, un día, le salió el futuro de la música nacional.

En cualquier caso, es un disco que tiene un montón de cosas. Tiene, en primer lugar, una identidad difícil de definir, y creo que ese es su punto más interesante (y un buen reflejo de eso que acabó detectando en el aire de Belgrado). Tiene mucho de música tradicional serbia-bosnia-rumana y de los Balcanes en general, mezclada con un jazz muy bop y a veces con mucho blues. Tiene temas de ese vandalismo trompetero que gira y gira con tantas trompetas y puntadas que parece un torbellino, y luego tiene temas muy suaves y melancólicos, casi míticos, que parecen sacados de las leyendas más cotidianas de Alejando Magno. Y entre medias tiene monumentos como Balcan Blue que tienen todo eso a la vez, que son algo así como una mitad de todas las mujeres y hombres de Belgrado pero que, además, tienen un poco de pimentón picante que les sobró de la última cazuela que preparó la abuela del parque con los mendrugos del viento. También tienen una aceituna en la punta y la carta-tarot del colgado, que es seguro una de sus preferidas.

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