Esto es 1969, la ráfaga y la espiga, la no revolución de los no revolucionarios. Esto es Jimmy Hendrix en Woodstock; los mismos sonidos, reproducidos a escala, de una generación que nacía desde una queja extraña. Esto es en directo y, claro, en directo el piano repicando como una gallina te pone los pelos duros y te deja la cabeza clara, abierta, a la espera de una imagen que haga real la realidad.
Quizá una pregunta en la lengua del anfiteatro y en sus aplausos fuertes, pero real como qué?
En el escenario siempre se mezcla la historia y la eternidad. La música como una piedra roma de los antiguos paleolíticos, que ellos mismos recogieron de otra civilización desbordada que adoraba dioses con cabeza de estrellas. La historia como... a quién le importa? Eso dijo ella mientras Less balbuceaba cada nota detrás de su piano. Lo dijo y se apretó a un brazo, a un cuerpo. Apretó sus pechos contra otros pechos y Less seguía balbuceando como si acompañase el sonido de sus tripas, porque ellas siempre van demasiado rápido y a cualquiera le cuesta seguirlas. Las tripas iban por delante del trompeta que chocaba contra la batería y una explosión y gritos en la grada que ya se apretaba entera contra sí misma: un cuerpo, un oído, una tripa dentro de sí misma. Uno en todos, todos en uno. Dónde estamos, preguntó ella. Esto es un sueño. Y el piano repicaba sin parar como una gallina con la batera desbocada hacia todos lados. Esto es real, llegó a pronunciar quitándose el sostén. Esto eres tú, y el hombre a su lado empezó a pellizcarle el ombligo mientras otros usaban sus lenguas y nadie podía decir nada salvo algún suspiro apocado.
Así hasta que todo terminó y la gente aplaudía abriendo los ojos. Se vieron desnudos.
El concierto había terminado. Las prendas yacían como rosas lanzadas al escenario. Había un sostén pequeño colgando de la cabeza de Eddie Harris. Hubo un silencio cortado con espuma mientras todos miraban los dedos congelados del piano.
Nadie pidió otra, pero todos pensaban que el concierto debía continuar. De todas formas, quién tenía ganas de volver ahí afuera?, eso dijo ella, con los pezones duros, y Less sonrió al piano. Supongo que les susurró al grupo: otra vuelta colegas, que está que arde aquí dentro y no nos quedan más botellas.
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