El tiempo es inmenso, el tiempo no existe en realidad, o es un tiempo antiguo de esos de los mitos cuando los peces se transformaban en verdes sauces y las mujeres conseguían sacrificios por un amor desdichado. Claro, en ese tiempo, ¿qué te queda si no es dar vueltas? Porque la línea recta no existe y la observación es como mirar dentro de ti mismo: decir de una forma honesta (estilo mazazo) que estás perdido.
¿Y si piensas?, ¿y si te repites una y otra vez que tienes que salir de ahí? Tengo que salir tengo que salir tengo que salir. Aunque a lo mejor lo que dices es que tienes que salir de ti mismo, salir para ser de verdad ese cactus o esa arena o esas abejas que zumban delante de ti. ¿Salir del desierto es salir de ti mismo?, ¿ser un hálito, un soplo en el dios, un viento?
Sonny dice, no hay verdad.
Sonny dice, esta es la música del desierto.
Sonny dice, empezaré pero no llegaré a terminar (y con eso también escupe a las abejas).
Luego Sonny piensa que no hay fin, pero cree en los mitos que dicen los standards sin autores (las canciones-epopeya de cinco minutos) y como cree quiere mezclarlo todo y quiere hacerse un buen batido de proteínas, para encontrar el hueco, ese hueco de salida.
¿Lo encuentra?, ¿se puede encontrar? En realidad está la búsqueda, cuando Sonny dice, chupo la caña; cuando Sonny dice, aquí hay un montículo tan raro que me sentaré a rascarme la axila; cuando Sonny dice, ¿tocamos un poquito?, estoy on fire.
Luego pienso, entonces el desierto es gigantescamente enorme, y Sonny dice, es infinito, colega (pegando un salto desde una duna que parece un salto desde el rascacielos más alto de Manhattan).
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