sábado, 31 de agosto de 2013

Dave Brubeck - Live in Belgium

Un auditorio no demasiado grande en una ciudad no demasiado grande. La gente se viste de gala, se miran al espejo, se sonríen al espejo, ellos, oh, toda materia.
Dos niños llevan chocolatinas grandes que se derriten en sus bolsillos. Los mayores beben cerveza y vinos sentados en mesas cuadradas. La luz todavía está encendida, porque cuando se apaga, cuando los murmullos se absorben en la oscuridad como si cortinones rojos de magos e ilusionista, ya no existe el auditorio pequeño de una ciudad pequeña.
Del escenario, como si nada, salen cocodrilos arrastrándose por los pasillos, con capas doradas que sólo brillan por la brasa de los cigarrillos encendidos. También aparecen serpientes pequeñas y larguísimas que sonríen con los ojos y llevan bandejas de plata con millones de polvorones que nadie se atreve a tocar. Hay un sol tapado por las mantas, una luna que se extiende por los ojos y en las mesas quedan botellas de vino vacías. El escenario es de sombras, y ellos son las mismas sombras que soplan y percuten y abren las tripas para que aparezcan los coyotes que se esconden en la noche de Helsinki, donde la niebla es siempre a las cabezas y sólo hay risas y avenidas vacías de coches, pero llenas de semáforos azules.
Todos ellos parecen hipnotizados cuando termina el primer tema y los conejos se quedan en el borde del mundo que todavía pueden pisar (cuando no hay sonido). Nadie sabe si aplaudir, qué es eso de aplaudir, a qué deben aplaudir. Todo es un fenómeno visual, dice un hombre en monóculo tendido, no se preocupen. Pero las madres siempre se preocupan. Si hay otro mundo, hay otra canción. Si hay otro, es que no sólo es esto. Y si es esto, la serpiente es mi amante y las sombras son mi mundo.
No todas lo hacen, pero alguna sube al escenario cuando comienza un nuevo tema y los hilos de lana salen de un contrabajo y se pierden en los ojos de todos y todas en un auditorio que es enorme, porque durante un instante (quizá una milésima) alberga las imágenes que los sueños de los hombres han llegado a ver.

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