martes, 11 de marzo de 2014

Mastretta - El Reino de Veriveri

Juegan en el reino de las marionetas de cartón y se mueven tan rápido que los niños no entienden, ¿dónde está el rey con la barba larga y su secuaz maligno que quiere robarle a su hija y a su reino?, los niños tampoco tienen que entender porque ellos sólo sienten soplos muy libres, ligeros y sencillos, que se esparcen entre sus nucas y sus pelillos largos y sedosos y por eso sonríen y se van o dan una voltereta para mostrar descontento. Pero aquí no hay descontento, hay baile y movimientos de mimo en la orilla del lago, hay chavales jugando hockey sobre patines y haciendo pirtuetas que saltan al aire y ¡bluf!, desaparecen en un humillo que huele a tango, también será porque alguien ha llevado el radiocassete al parque y algunos viejos se acercan a la tarima para bailar apretados todo lo que pueden, todo lo que les queda. Y, claro, lo más importante es que os imaginéis esto, los viejos y los niños y los viejos y los jóvenes que se mueven mirando de reojo las chicas que muestran más de lo que deben y menos de lo que les gustaría, que os lo imaginéis digo, como muñecos de cartón que se agitan con el aire y cobran vida. Sí, parecería que no, pero hay vida en el reino de las marionetas, una vida destartalada y un tanto psicodélica, casi de vodevil, de bar antiguo o teatro polvoriento donde las manos se juntan y salen flores de papel y una palomita que se pregunta ¿pero qué es esto?, sobre todo hay música que se mueve entre los mundos de un niño y sus dibujos en clase de plastilina, cuando con sus manos estampa cuatro flores de huella dactilar y para él son amapolas y Rodrigos y cartas del tarot que adivinan los puestos en la fila de elegir capitán cuando cualquiera de ellos querría ir en el equipo de fútbol que elija a Víctor (todo esto, sí, también, con niños y capitanes com cartulinas de cartón que se adhieren a la pelota de fútbol y gritan con las tijeras, ¡aquí aquí!). Pero no es que sea cosa de niños, o precisamene porque lo es hay que fijarse muy mucho en cosas que pasarían desapercibidas, que el estanque de cartón tiene olas que se mueven con la brisa y hay gaviotas que van de aquí para allá, tan ligeras en sus vuelos que ni siquieran necesitan de hilos transparentes que las muevan, y hay una emoción de vida soterrada detrás de cada cual (un corazoncito, que diría aquel), detrás de los arbustos dos amantes desnudos que se acurrucan después del amor y se meten las manos por cualquier hueco y cualquier abertura que les mantenga más unidos. ¡Júbilo y cartón!, ¡Júbilo al cancán en los bailes de variedades!
En el teatro todos los niños permanecen acurrucados y en el escenario las marionetas de cartón son los reflejos de lo que ellos esperan, ¿dónde estamos?, hasta ese punto juegan en ese reino que por un instante, uno piensa si es que es todo fantasía, o es que la realidad se acerca al cartón y el cartón es pura realidad, y ese tipo de alegría pura de regocijo la puedo encontrar por las noches en la tasca de la esquina, aunque sea con una o dos copitas de más, escuchando una canción de marionetas bailongas.

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