Pero caminar es acercarse, creo, y camino buscando pesetas antiguas en los ojos de las mujeres desnudas y en los párpados de los borrachos y entro en un bar de siempre donde la luz es tenue y amarilla y los camareros hablan rimando como todos los antiguos y todos los futuros, aunque no tienen librea ni saco, tienen pezones fosforitos (la mayoría amarillos) y babean cuando alguien habla de la luna. Hay mesas y hay sillas de madera y taburetes y al fondo una mesa de billar donde dos calvos mueven las bolas esperando predecir el movimiento de los planetas. Y la negra siempre se escapa. Y la canción sigue sonando (no sé dónde) y veo ciervos en mi jarra de cerveza y en la barra pegajosa y veo animales que salen de los escondites de la comida. Hay guacamole! Toma ya!!
Alguien grita yeahh a la guitarra y yo me parto de risa otra vez porque los pulmones no aguantan y por mucho que parezca que todo va sumamente rápido no es verdad, todo está en su ritmo, porque los ciervos caminan los pedazos de la tierra que deben caminar y un borracho de barba montañosa se me acerca al taburete para preguntar sobre las constelaciones y los cachorros de coyote que llevo en los bolsillos de la chaqueta. Todo eso es el ritmo.
Cómo es que funciona todo?
Me dice que no lo sabe, con la lengua larga y los dedos tarareando y el sombrero ladeado. Me dice que bebe, me dice que en la cerveza están las estrellas y en el pacharán están los pumas que son sólo piel y se le aparecen por la noche en jaulas gigantes para hablarle de resurrecciones y números impares.
Y siento la canción más fuerte: este hombre es parte de la banda!! O la banda es parte de los hombres??
Pero tengo que salir y le abrazo como puedo y la calle es como caminar sobre la sábana de un palacio y las farolas son ella y me acerco y las farolas son vendas y las aparto y las farolas no son nada y son todo. Y camino para volver. Volver a dónde???, me dicen. Ja!! Como si no lo supiesen. TÍRAME UN BESO.
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