lunes, 28 de abril de 2014

Oscar Peterson - Night Train


Siempre hay una melodía, por detrás, oculta casi indescriptible que se menea por los parques junto a muchas hojas que revolotean en círculos por el aire y flotan y se atusan las unas a las otras los sobacos estrellados de sus ocres tallos, cantando; una melodía por detrás de las tiendas de licores y los quioscos que abren cada amanecer gris caído, por detrás de los obreros que lanzan piedras al infinito más allá del precipicio y luego beben enjutos en la barra de un bar donde alguien pide pelea y todos las dan en las esquinas de los meaderos, la melodía, sí sí, dónde está, la veo cuando pasan por el parque las muñecas de sostenes rojos agitando faldas y tacones que apenas cubren dos palmos de sueño, oh sí nena eres mi sueño y eres mi piedad, la melodía está en tus piernas y la felicidad son tus dedos cuando rebotan en el tablero, ¿un básquet?, en la melodía cabe todo, en la melodía caben hasta los culos más gordos de las chicas dulces que sonríen tímidas en la parada del autobús, en la melodía caben melancólicos momentos de pátinas azuladas cuando las manos se separaban en la despedida de un portal con aliento a borrachera, en la melodía están los susurros de la muerte que se alargan entre las ventanas de rascacielos brillantes y están los brazos de la nieve que envolvían cada ficha del parchís cuando nos sentamos bajo el sauce en aquella explanada de polvo blanco y jugamos horas silbando lo que nos venía en gana (porque sí, la melodía no tiene reglas, la melodía es un piano y un oboe en un rincón, una tela de araña que te mira al cagar, los cantos de las gaviotas tontas y los listos renacuajos que se esconden al silbar, la melodía canta, tralalalá, desde los árboles y nadie sopla detrás de ella, nadie la escucha pero todos se empalman al verla pasar, y un silbido, una mota, una gota de lluvia cuando todos salen al parque con sus cestas y sus mantas de picnic y las botellas de vino sobresaliendo de entre los pantalones; la melodía nunca llora y tiene pezones gigantes y un par de huevos fritos que cuelgan en la alacena, tiene mayonesa y kétchup a raudales aunque nadie los quiera y todos los deseen, tiene bigotes persas y gatos de pandora que abren lazos de regalos escondidos y juegan con bolitas de azafrán, tiene pelos en el culo y pajitas caribeñas con paraguas rosados para chupar los licores mixtos que todos nos preparamos sin saber cómo hacerlo cada noche al abrazar, tiene repeticiones anexos sincronismos palimpsestos que se cruzan y se rozan cuando ella mueve la cama y ella va y vuelve con los ojos del mundo que la rodean, tiene caspa y amor en las manos y es feliz la melodía y siempre recuerda los momentos que no existen, como cuando tú y yo nos encontramos en el borde del volcán, hace años, quizá, sonriendo, mirando el vacío oscuro y redondo que engullía la luz allí abajo y que se llenaba despacio, poco a poco, con la saliva que caía de nuestras bocas gota a gota al cantar la melodía).




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